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  Es gibt kein Haben, nur ein Sein, nur ein nach letztem Atem, nach Ersticken verlangendes Sein.
 
   No existe el tener, sino sólo un Ser, sólo un Ser exigente hasta el último aliento, hasta el ahogo.
   


   G
eneralmente el que uno busca vive al lado. Explicar esto no es fácil, hay que aceptarlo simplemente como un hecho evidente. Sus motivos son tan profundos, que uno no podría evitarlo aunque lo intentara. Esto ocurre porque uno no sabe nada de este vecino que busca. En efecto, ni sabe que lo busca, ni que vive al lado. Es claro que uno puede llegar a saberlo como un hecho que forma parte de nuestra experiencia general, pero esta certeza no importa en lo más mínimo, aunque intencionalmente uno la tenga siempre presente.

Diarios.

 

   Aquel que no consigue ponerse de acuerdo con la vida mientras vive, necesita una de sus manos para apartar un poco la desesperación causada por su destino –lo consigue muy imperfectamente–,pero con la otra puede anotar lo que ve bajo las ruinas, ya que ve otras cosas, y más cosas que los demás ¡está muerto mientras vive, y es el único sobreviviente! Esto suponiendo que no necesite de las dos manos, y más.

Diarios.

 
 

   Te sucederá lo que al rió en la primavera. El río crece, se hace más caudaloso, alimenta la tierra de sus riberas, y guarda su propio carácter hasta penetrar en el mar que lo recibe agradecido.

La muralla china.

 
     

  

 

El animal arranca el látigo del amo y se castiga a sí mismo para convertirse en amo, y no comprende que no es más que una ilusión producida por un nuevo nudo del látigo del amo.

Aforismo  29
(Consideraciones acerca del pecado)

 

 

 

 

Un rabino del Talmud tenia el principio -en este caso muy agradable a Dios- de no aceptar nada de nadie, ni siquiera un vaso de agua. Pero ocurrió que el más grande rabino de su tiempo quiso conocerlo y por lo tanto lo invitó a comer. Rechazar la invitación de un hombre como aquel no era posible. De ahí que el primer rabino se pusiese en camino tristemente. Pero como su principio era tan fuerte, se interpuso entre ambos rabinos una montaña.

Diarios.

 
 

 

 

Era sabio porque me sentía dispuesto a morir en cualquier momento, pero no porque hubiese cumplido todo lo que se me había ordenado, sino porque no había hecho nada de ello, ni tampoco podía esperar hacer nada nunca.

Diarios.

 

  - ¡Ay! decía el ratón. El mundo se vuelve cada día más pequeño. Primero era tan ancho que yo tenía miedo, seguía adelante y me sentía feliz al ver en la lejanía, a derecha e izquierda, algunos muros, pero esos largos muros se precipitan tan velozmente los unos contra los otros, que ya estoy en el último cuarto, y allí, en el rincón, está la trampa hacia la cual voy.
-Sólo tienes que cambiar la dirección de la marcha -dijo el gato, y se lo comió.

           Fabulilla (1920)

 

 

 

 

Con mayor frecuencia reflexiono en los últimos tiempos acerca de mi vida, busco el error decisivo culpable de todo, pero no lo encuentro. Y sin embargo, debo haberlo cometido, pues, si a pesar de no existir, el trabajo probo de toda mi vida no me hubiera permitido alcanzar la meta, ello demostraría que lo que me proponía era imposible, y habría de caer en la completa falta de fe, en la desesperanza. ¡La obra de una vida!

Investigación de un perro (1912)